La farsa no se va a extender a lo largo de todo el verano. Tras haber usado el cash de sus embajadas (la última medida desesperada de Atenas), Grecia debe pagar el viernes 5 de Junio unos 300 millones al FMI (junto con otros pagos a lo largo del mes).
Sabemos que existe la posibilidad, al tratar con el FMI, de obtener un mínimo periodo de gracia (de un mes), y que se pueden unir todos los pagos individuales en una sola factura a finales de mes, con lo que, técnicamente hablando, el default no ocurre hasta que el director gerente del FMI notifica al consejo la falta de pago (y eso ocurre unas seis semanas tras el primer impago, que seria el 5 de Junio).
Atenas va a utilizar esas seis semanas (y el dinero que le debe al FMI) para pagar antes a funcionarios y pensionistas, y así evitar el colapso de su partido, desde dentro. Dicho esto, ya no podrá hacer lo mismo en Julio con el ECB (al que le debe abonar €3.2bn), ya que cualquier impago al ECB desactivaría el acceso al programa de liquidez (que hoy, Atenas, consume por una cuantía de 114bn), desembocando en un inevitable colapso del sistema bancario griego ya en Julio.
Por todo ello, Grecia debe ahora inclinarse. (Al menos eso haría yo en su situación), y cuando digo ahora, es ahora. ¿Lo creen improbable? En paralelo a la actitud desafiante de algunos miembros de Syriza, destaca este fin de semana la indicación del ministro griego del interior de que “es necesario ceder terreno”. Ese puede ser el ahora al que me refería.
Los jóvenes de Syriza lo han hecho mal. Muy mal. Hace apenas cuatro meses había superávit primario, pero su estilo de confrontación ha provocado una fuga masiva de capital, que ha hundido la actividad y los ingresos fiscales, y donde antes había un superávit ahora hay un déficit cercano al 2% (y sólo estamos en Junio).
Muy mala estrategia la de plantear a Grecia como un país que no tiene nada que perder. En vez de capitalizar los ritmos positivos (momentum) que habían conseguido en el PIB, lo han desaprovechado. Algo especialmente grave si consideramos el entorno actual de repunte en toda la Eurozona.
Tal y como lo veo, Varoufakis y Tsipras han dejado escapar una oportunidad de oro. Con superávit y crecimiento, no necesitaban financiación externa.
Ahora se acabó el teatro (este si que era del bueno). Tsipras no tiene alternativa creíble. Debe inclinarse y aceptar. A cambio, podrá seguir pagando sus facturas (que es lo que todos queremos. Dentro, y fuera de Grecia). No hacerlo, es un suicidio político para Syriza, mientras que el país se acercaría, justamente, a la idea que tengo yo del infierno.
En política, lo que no es posible es falso.
Álex Fusté
Economista jefe de Andbank