La revolución ESG, término acuñado en el foro económico mundial de Davos de 2018, trata de transmitir la relevancia y la magnitud que supone incorporar los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en la toma de decisiones de inversión. Es un fenómeno imparable, revolucionario y rentable, financiera y socialmente.
Se destacaba la máxima de que “la revolución sostenible tiene la magnitud de la revolución industrial y la velocidad de la revolución digital”, magnitud en el sentido de que en un tiempo no muy lejano será un proceso natural, normal, que abarcará cualquier decisión de inversión; y velocidad en el sentido de la urgencia de cambio y de hacer las cosas respetuosas con el medio ambiente de una forma sostenible y duradera.
Los criterios ESG persiguen, entre otros aspectos, la construcción de un mundo y una sociedad que cuide el medioambiente, que se haga un uso eficiente y responsable de los recursos naturales, la creación de ciudades del futuro amigables para las personas, con empresas que practiquen la integración de género y racial en sus equipos, una buena gestión de riesgos y una política de recursos humanos respetuosa, eficiente y de conciliación.
A pesar de ser criterios extra-financieros, la relevancia y el impacto económico a largo plazo sobre el futuro de las compañías es evidente. La principal bondad de los criterios ESG es que incorporan una capa adicional de análisis, ligada a factores ambientales, sociales y de gobernanza, que complementa el análisis financiero tradicional de compañías y, por ello, contribuye a mitigar riesgos.
Esto nos permite, por un lado, optimizar el binomio rentabilidad-riesgo de nuestras inversiones y, por otro, reducir el riesgo reputacional derivado de inversiones inadecuadas.
La revolución ESG ofrece oportunidades de inversión a largo plazo en ámbitos diversos como por ejemplo:
- Cambio climático, reducción de huella de carbono por parte de las empresas, mejor utilización de los recursos naturales para evitar o paliar la deforestación, inundaciones o sequías
- Mejoras sociales en educación, sanidad, igualdad, integración
- Recursos humanos: gestión de personal, prevención de riesgos
- Gobernanza, una mejor gestión de riesgos, igualdad en los Consejos de Administración
- Investigación, fomento de proyectos que redunden en un bien social, como la investigación contra el cáncer, o el desarrollo de tecnologías que hagan avanzar a la sociedad
- Tecnología: edificios eficientes, energías limpias, robótica, nuevos materiales, seguridad en el manejo de datos
Las bondades de la implementación de estos criterios ya las ha interiorizado tanto el inversor institucional como las grandes gestoras de patrimonio a nivel global, que son las que están liderando el cambio, como demuestra el fuerte incremento de patrimonio gestionado bajo este tipo de principios. A nivel regulatorio también vemos un avance constante y progresivo de que el camino correcto a la hora de gestionar las inversiones es este. Es un proceso lento pero continuo, imparable.
La revolución está en marcha, la adopción de los criterios ESG en la toma de decisiones de inversión no es una moda pasajera, viene para quedarse; cuanto antes lleguemos, mayor capacidad de gestión tendremos en el futuro.