Tras una larga cumbre, casi cinco días frente a los dos inicialmente previstos, se alcanzó la necesaria unanimidad. Luz verde así al tan esperado Fondo de Recuperación Europeo. Y éstas son sus cifras: 750.000 mill. de euros, de los cuales un 52% será en ayudas directas y el resto en préstamos. De un primer vistazo, es positivo el hecho de que se mantenga el tamaño del fondo en el importe sugerido por la Comisión y el Consejo, sin sufrir recortes. La negociación sí se ha dejado notar en el menor importe de las ayudas: 390.000 mill. de euros frente a los 500.000 mill. estimados . Primera lectura: el fondo es ambicioso en tamaño, un 5,4% del PIB de la UE en 2019, y mantiene un ligero sesgo solidario a través de las ayudas directas. La siguiente cifra que capta la atención es el importe destinado a la lucha contra el cambio climático: 250.000 mill. de euros, una tercera parte del fondo. Y aquí otra lectura: Europa, por la vía de todas sus instituciones, hace una clara apuesta por un futuro más verde, más sostenible. Y a él van a ir dirigidos muchos esfuerzos y recursos financieros de la UE. Así lo veíamos también en una reciente entrevista a la Presidenta del BCE, en la que comentaba que explorará todas las vías de actuación de la autoridad monetaria para incorporar la lucha contra el cambio climático, ya que implica riesgos, y afecta a la estabilidad de precios o productividad entre otros.
El acuerdo, no podemos negarlo, tiene también sus “sombras”. El principal, el que se refiere a la gobernanza del Fondo. Así, si uno o más países consideran que otro se está desviando de sus compromisos adquiridos podrá hacer que los líderes tengan que abordar el asunto en un Consejo Europeo, y aunque no exigen unanimidad sí retrasaría los procesos hasta en tres meses. ¿Estamos ante un mecanismo “cosmético” o corremos el riesgo de que la politización de la gestión reste agilidad y flexibilidad al Fondo? Otro de los “precios” del acuerdo ha sido el recorte de algunas partidas: menos gasto sanitario de lo esperado, rebaja de las partidas asociadas a la innovación, desaparición de un instrumento de solvencia, recorte del fondo de transición justa… Más “pegas” vienen por el hecho de que el desembolso de las ayudas directas sea limitado en 2021 y se realice de forma mayoritaria después de 2022. Acuerdo que dista de ser perfecto pero donde, en nuestra opinión, “los pros superan los contras” en lo que tiene de voluntad de avance, de proyecto político. Así, la emisión de deuda conjunta respaldada por las instituciones europeas, un claro paso hacia una mayor integración, ha sido plenamente aceptada por todos los Estados miembros.
¿Qué activo ha celebrado más el anuncio del Fondo? A la fecha, el euro, que ha seguido apreciándose frente al dólar. Y en estos niveles del 1,15, surge la duda: ¿es momento ya de comprar dólares? Como siempre, hay argumentos a favor y en contra. Favorecen al dólar la evolución de los flujos, con un mercado que ha comprado euros de forma significativa; también el papel de activo diversificador, de protección que habitualmente desempeña el dólar en momentos de caída de los mercados; o la escasa cantidad de dólares en mercado a tenor de la evolución de la balanza comercial en los últimos años. Apoyan al euro otros tantos: la mayor credibilidad institucional tras el acuerdo europeo, ciertos criterios de valoración o la volatilidad que podría venir asociada a la vuelta del verano en torno a las elecciones presidenciales americanas. En este punto, tras haber visto al dólar depreciarse desde niveles de 1,08 a 1,15, nuestro mejor consejo, el más prudente, es el de empezar a construir desde estos niveles de forma progresiva posiciones en dólares.