Estrenamos nuevo rango objetivo para el euro, con una banda de 1,10-1,20, conscientes de que en este caso el ‘diferencial político’ favorece a Europa. Las encuestas actuales siguen dando la victoria a Biden, aunque no de forma clara, dentro de un proceso electoral que se antoja volátil. La volatilidad ha favorecido en otros momentos al dólar, si bien, dado que la fuente de la misma estaría en esta ocasión en la política de EEUU, esto complica la lectura. El impacto neto medio ponderado del resultado electoral considerando los diversos factores (fiscales, comerciales, etc.) podría ser próximo a la neutralidad, según algunos analistas.
El coste de cobertura de cara a las elecciones ya refleja la incertidumbre de los inversores, a pesar de las encuestas. Lo que no hemos puesto aún en precio es un posible cambio de partido el Gobierno y mucho menos una situación de no aceptación de la votación por parte de los candidatos. Prevemos unas semanas más de volatilidad, ya que junto con las elecciones tendremos una sesión de resultados que el mercado espera con mucha más exigencia que los del anterior trimestre.
Por su parte, el Banco Central Europeo, pese a evitar entrar en una ‘guerra de divisas”’, no se cansa de señalar la importancia de la evolución de la divisa en la estabilidad de precios. Divisa que sí importa al BCE y niveles de 1,20 que bien podrían ser su resistencia psicológica. Desde el diferencial de tipos, son esperables pocos cambios: ni la FED ni el BCE tienen prisa alguna por subir tipos. Los flujos siguen siendo argumento de peso, con posiciones no comerciales en euros en máximos históricos: el mercado está así mayoritariamente largo de euros.