El lector habitual ya conoce uno de mis mantras: cuando el petróleo se acelera (lo que está ocurriendo en tendencia de fondo -ver gráfico 1-) el apetito por el riesgo históricamente se resiente y deriva en una corrección del mercado.
Por supuesto, cuando esto ocurre, la corrección del equity puede ser más o menos intensa en función del nivel al que los activos de riesgo hayan escalado (algo que normalmente mido en términos de prima de riesgo). Es innegable que el S&P ha escalado a cotas elevadas, no solo en precio, también en prima de riesgo (hoy en 0.18%, muy por debajo del 2% histórico); y aunque ello pueda generar un cierto vértigo, no hemos alcanzado alturas tan exóticas como en el periodo 1995-2000 (donde la prima de riesgo se instaló de forma permanente en territorio negativo -significa que el mercado de Equity se percibía como algo tan y tan prometedor, que llegó incluso a ser más seguro que la renta fija -ver gráfico 2, línea gris-).
¿Por qué menciono aquel periodo en concreto? Porque entonces, igual que hoy, el retroceso en la prima de riesgo venía alimentada por la excepcional confianza y la extraordinaria promesa de los cambios que estaban por venir (conectividad, digitalización, etc). Por su puesto, el mercado fue algo más allá y luego pasó lo que pasó. Quiero decir con esto que hace falta entender la intensidad de los cambios y las implicaciones de las nuevas tecnologías, para comprender si hay recorrido para el hype, o no.
A tal efecto, debo decir que, aún en mi desconocimiento, pero con la humildad suficiente para abordar programas serios de formación (sobre la IA y otras tecnologías adyacentes), he ido comprendiendo el potencial que estas nos están ofreciendo. Un potencial que el mercado va conociendo poco a poco. Eso me tranquiliza, por mucho que el petróleo suba.