De los más de seis recortes adelantados a final de año, nos movemos ahora en aproximadamente dos por parte de la Reserva Federal y tres desde el BCE. ¿Por qué se ha rebajado tanto esta previsión? ¿Qué podemos esperar a partir de ahora? ¿Ha afectado/afecta este nuevo escenario a otros mercados? A estas y otras preguntas trataremos de responder en los siguientes párrafos.

La fortaleza de la actividad económica y las cifras más altas de inflación en EE. UU. explican la nueva pintura monetaria. Y es que la FED ha contado hasta la fecha con pocos argumentos que le permitan pensar en bajadas de tipos rápidas o intensas. Aunque esta situación podría estar empezando a girar. Así, desde las cifras de empleo, son múltiples las señales de normalización del mercado laboral: menor creación mensual de empleo, tendencia al alza de las peticiones semanales de desempleo, presión salarial decreciente,… En cuanto a la inflación, tras los erráticos datos hasta marzo, el IPC de abril parece abrir una pequeña puerta a lecturas más bajas, a cierta moderación de los precios. Aunque no podemos olvidar que los componentes de inflación de las encuestas vienen subiendo y los altos precios vuelven a ser una fuente de preocupación para los consumidores. Una vez descartado por parte de Powell el riesgo de que el próximo movimiento fuera de subida de tipos, la duda está en si los datos permitirán que sea en 2024 o tendremos que desplazar a 2025 el inicio de una política menos restrictiva. En nuestra opinión, y así lo descuenta el mercado, veremos recortes de tipos ya este año.

En Europa, la situación es claramente otra. El crecimiento continúa bajo, pero va de menos a más, mientras que la desinflación se confirma. Así, no extraña que el BCE se pueda adelantar a la FED y esté ya “cantada” la primera bajada de tipos para el próximo 6 de junio. Tras el inicio, importa el ritmo posterior de recortes. Ni el BCE, ni la FED empezarán a bajar tipos para hacerlo en una sola ocasión, sino cuando vean margen para más movimientos en ese sentido. La inflación europea, con señales favorables desde los menores crecimientos salariales y la incipiente desaceleración de los precios de los servicios, ofrece ese margen para pensar en 2-3 bajadas de tipos del BCE a lo largo de 2024.

Parte de lo que el BCE pueda hacer dependerá de lo que la FED decida, y es que tanto las economías como las políticas monetarias de las principales áreas del mundo están estrechamente relacionadas. Vínculo que se articula a través del diferencial de tipos, con el tipo de cambio como reflejo de este, y divisa que impacta a su vez en la inflación. Divergencia de política monetaria que tiene así sus “límites”, entre otros, en los mercados cotizados. Con expectativas menores o menos claras de recortes de tipos, la renta fija gubernamental ha registrado pérdidas, especialmente en los plazos más largos. Convencidos de que los próximos movimientos de los bancos centrales serán a la baja, hemos ido aumentando progresivamente la duración de las carteras. Y fijado también nuevos límites. Así, nos moveríamos a rangos de 6-7 años si se superara el 4,75% en el 10 años americano y un escalón más (8-10 años) en caso de ruptura de niveles del 5%. Oportunidad para ajustar la duración de las carteras y anclar tipos altos tanto en gobiernos como en el mundo corporativo, donde los altos cupones son atractivos incluso entre emisores de elevada calificación crediticia.