A la espera de la reunión del Banco Central Europeo, donde los inversores no esperan ningún cambio, y está por ver si el Banco dará alguna indicación sobre los próximos pasos en la relajación monetaria que inició el mes pasado.  Se espera que el Consejo de Gobierno mantenga los tres tipos de interés oficiales en sus niveles actuales, pero, como suele ocurrir, los inversores esperan obtener pistas sobre el calendario de la próxima decisión.

La presidenta de la institución con sede en Fráncfort, Christine Lagarde, ya lo había insinuado y confirmado en Sintra (el foro de bancos centrales celebrado en Portugal hace quince días, nota de la redacción): el BCE no tiene intención de bajar los tipos por segunda vez consecutiva, tras su primer recorte a principios de junio. Pero eso no impide a la mayoría de los economistas anticipar un nuevo movimiento en septiembre, como con la Fed estadounidense. No es seguro que la Sra. Lagarde pretenda confirmar estas expectativas, dada la insuficiencia de los recientes resultados de desinflación, que adolecen de grandes disparidades intrarregionales. Por tanto, su comunicación podría decepcionar, para disgusto de los países en los que la inflación se ha normalizado, que suelen ser los más necesitados de un ajuste monetario.

Mientras, el Nasdaq sufre su peor sesión desde 2022. Los futuros de la renta variable estadounidense subieron tras la caída de los valores tecnológicos. Según Bloomberg, el Gobierno de Biden está considerando severas restricciones si empresas como Tokyo Electron y ASML siguen dando acceso a China a tecnología punta en semiconductores. Los nervios de los inversores también se pusieron a prueba por los comentarios del candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, sobre Taiwán, del que dijo que se había apropiado del negocio estadounidense de chips y que debería pagar a EEUU en su defensa, ya que no le da nada a cambio.


El bajo rendimiento del segmento tecnológico se produce después de un primer semestre en el que las grandes capitalizaciones impulsaron al mercado a máximos históricos (el S&P 500 ha registrado cerca de cuarenta récords este año), lo que tuvo el efecto de aumentar sus valoraciones y situarlas en una posición más incómoda para el resto del año.