Tras un histórico y negativo primer semestre, el verano ha resultado con dos mitades bien diferenciadas. Hasta casi mediados de agosto, unos resultados empresariales mejores de lo esperado, sumados al bajo posicionamiento en activos de riesgo y las expectativas de un aterrizaje macro suave, dieron paso a un rebote de los activos en los que no faltó la renta fija. Desde entonces, el mensaje más contundente de los bancos centrales y la nueva alarma energética en Europa han motivado un giro en el sentimiento y en los mercados. El resultado final nos lleva a unos índices de renta variable en niveles cercanos a los de finales de junio, con mejor saldo de los activos americanos (divisa incluida) frente a los europeos/emergentes.
- Menor crecimiento, denominador común de todas las economías, corrigiendo aún desequilibrios postpandemia. Se deja notar en la subida de los inventarios (por encima de los nuevos pedidos y en máximos de varios años) y en las exportaciones, con indicadores adelantados desacelerando o en terreno contractivo (p.e.: exportaciones de Corea en los primeros 20 días de agosto ex barcos y crudo en negativo).
- Amenazas compartidas desde el frente energético, pero desde ahí, las diferencias surgen, con menores “vientos en contra” para EE UU frente a China o Europa.