Como se esperaba, reunión de transición, sin cambios, y con la vista puesta en septiembre…
- ¿Confianza sobre la inflación? Lagarde reconoce presiones domésticas aún elevadas, pero con indicadores adelantados sobre salarios que sugieren moderación a lo largo de 2025, unido a unos márgenes que, a la baja, absorben parte de la subida de los costes salariales. Se espera que el IPC fluctúe en torno a estos niveles en2024 y que vaya moderándose en la segunda parte de 2025 hacia el objetivo del BCE. Salarios altos, ya considerados en las previsiones de junio, que no les cogen por sorpresa y que recogen cierta recuperación de la capacidad adquisitiva tras años de deterioro, recuperación menor de la productividad. Tendrán más confianza con nuevos datos.
- Riesgos para el crecimiento sesgados a la baja (riesgo geopolítico, entre otros), dinámicas de crecimiento que siguen débiles. Recuperación, liderada por servicios, con círculo virtuoso de empleo-consumo. Sector industrial al que no alcanza la mejora, bajos niveles de inversión con debilidad por incertidumbre, tipos de interés…
- Preguntada Lagarde en varias ocasiones sobre septiembre, falta de indicación esperada. Dependencia de losdatos, pero no de cada dato. Mantienen la retórica de “reunión a reunión”, de no pre-comprometerse con una senda de bajadas de tipos. Decisión unánime la de no bajar ahora, en julio.
- Cuestiones sin respuesta concreta, Francia, el endeudamiento público (fortalecimiento bienvenido de la disciplina), elecciones EE.UU- aranceles (atentos a ello, sin otra valoración).
- Post reunión: Villeroy considera que las expectativas de recortes cotizadas son razonables, que hay más incertidumbre sobre el crecimiento que meses atrás, que la desinflación sigue la marcha esperada. Y parecen varios los miembros que dudan de dos bajadas de tipos en 2024
- Salvo que se den sorpresas que obligue a modificar la narrativa de desinflación, no esperamos que cambien el rumbo de bajadas adelantadas en mercado para septiembre y diciembre. Para entonces, contaremos con los datos de inflación de julio y agosto, nuevas cifras salariales y de productividad y, más importante, la actualización de las previsiones del BCE, a lo que sumar la “compañía” de la FED en los recortes.