Ya les hablé, en su día, del amplio catálogo de problemas que se acumulan y perjudican el buen desarrollo de la actividad económica: Escasez energética global, desequilibrio entre oferta y demanda en un gran número de productos, cadenas de suministro bajo tensión, etc.
Debo reconocer que me es imposible determinar con confianza cuando volveremos a alcanzar un punto de equilibrio. No puedo capturar ese cálculo sobre la duración del desequilibrio global, pues los modelos de regresión que utilizamos los economistas (basados en la estadística inferencial) no funcionan cuando usas eventos que caen fuera de las series temporales históricas. Es decir, fuera de nuestra realidad conocida. Sin embrago, empiezo a tener una percepción de que tales desequilibrios podrían empezar a disiparse pronto, permitiéndonos volver a una situación de normalidad, y lo más importante, con precios ajustándose también a la baja. Y para los más ateos, les diré que las percepciones frecuentemente revelan la verdad de un modo más seguro que las demostraciones más visibles.
No caería en la trampa, ni me dejaría llevar hoy, por aquellos que propagan alegremente mensajes endiablados sobre inflación espiralizada (con los graves riesgos que ello conlleva). Cuidado no va ya a ser que la realidad del mercado les pille a contrapié. Al fin y al cabo, el mundo está lleno de “analistas” cuya aportación teórica se ha demostrado perfectamente mutable.
Miren. La gran mayoría de los males que hoy sufre la economía, a los que hago referencia unas líneas más arriba, son síntomas del mismo problema subyacente: El estrés que surge del mayor aumento de demanda visto desde el fin de la WWII, conjugado con el mayor colapso de suministro visto también desde entonces. Esto, que hoy define una pésima realidad, son al mismo tiempo buenas noticias en el sentido de que, atajado el problema subyacente común, deberíamos ver una normalización de todos esos males.
Uno de los elementos que alimentan esa percepción mía de normalización inminente tiene que ver con el grafico que les adjunto, y que representa la evolución del ahorro disponible de las familias USA. Puedo inferir de la imagen que, al menos en lo referente al gran salto observado en la demanda, vamos a ver una inminente relajación de los pedidos; lo que debiera contribuir a devolvernos a un punto más cercano al reequilibrio, justo en un momento en el que la oferta sigue reconstruyéndose.
De ser así, den por seguro también un retroceso en la presión inflacionaria y, con ello, quizás, mejorar el sentimiento del mercado (de por sí bastante elevado, por cierto).
Economista Jefe Global de Andbank