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Dentro de la búsqueda de grandes compañías de renta variable en Estados Unidos que no hayan participado de la expansión de ratios en mercado americano, se enmarca la incorporación de IBM a nuestras carteras. IBM lleva varios años creciendo menos que el anterior, algo que el consenso está modificando de cara al año que viene. Y es que por fin, parece que los malos años en donde divisiones de hardware han lastrado los crecimientos de los negocios de consultoría y automatización llegan a su término. Esta mala asignación de capital ha hecho que la acción no haya vivido la expansión de ratios del resto del mercado. Dos detalles que nos invitan al optimismo a que el 2018 podría ser un año donde vuelvan los inversores al valor, el primero es que han conseguido frenar la caída de sus márgenes (alrededor del 25% del EBITDA) y el segundo es que también ha conseguido frenar la pérdida de caja. Una merma en este plan de recuperar rentabilidad y caja para la compañía es donde estaría nuestro mayor riesgo.
Compramos un valor en pleno proceso de reestructuración de sus negocios. Asumimos la dificultad del proceso en un sector como el tecnológico pero parece que la compañía de New Jersey, al menos está en el buen camino. Ahora mismo parte con una valoración de 9,5 EV/EBITDA y cotiza a un coste de capital del 7,3% vs el 7,9% de sus comparables. Evidentemente con todas las dudas que conlleva una reestructuración, el momento de compra no solo tiene que venir después de que la compañía muestre que el plan va funcionando sino también en un punto donde haya cierto margen de error. De ahí nuestro conservadurismo con los datos utilizados en el DCF. Pensamos que los precios a los que cotiza en este final de año no descuentan una mejora del negocio que le permita ni siquiera crecer sino simplemente mantener estos números, lo que nos da pie para comenzar a incorporar el valor en cartera durante las próximas semanas.